Amistad

Si se tienen dos o tres personas, pero qué digo, si se tiene una única persona ante la cual se pueda ser débil, pobre de espíritu o estar triste sin que ello nos haga daño, entonces somos ricos. La tolerancia sólo se puede exigir a los que nos aman, nunca a otras personas y sobre todo jamás a uno mismo.

Milena Jesenská

Actuar II

Se alegra de que haga Beckett, cree que ha sido inteligente al aceptar un papel de tan enormes proporciones, y mientras la mira ahora desde el otro lado de la mesa, se pregunta cómo esa mujer tan atractiva pero enteramente corriente, esa mujer de humor cambiante y una pasión vulgar por los chistes verdes, es capaz de transformarse en personajes tan diversos y completamente diferentes, de dar la sensación de que lleva toda la humanidad en su interior. ¿Es que aparecer frente a un público de desconocidos y desnudarse las entrañas requiere un acto de valor, o es una obsesión, una necesidad de ser mirado, una insensata falta de inhibición lo que impulsa a alguien a hacer eso? Nunca ha sido capaz de determinar la línea que separa la vida del arte.

Morris Heller, de Sunset Park, Paul Auster

Actuar I

Basta. Actúa, Zachary Martin Glass, cuando y donde quieras, puesto que crees que debes hacerlo, pero hazlo con todas tus fuerzas. Si haces cualquier cosa que sea hermosa en el escenario, algo indefinible que produzca un goce, algo que esté por encima y más allá del ingenio y la técnica teatrales, S. y yo alquilaremos smokings y sombreros de copa y te esperaremos solemnemente en la salida de actores con ramilletes de boca de dragón.

Franny y Zooey, Salinger

18

Todo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi imaginación y lo que contiene, mi personalidad, todo se me evapora. Continuamente siento que he sido otro, que he sentido otro, que he pensado otro. Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a lo que asisto soy yo.

Encuentro a veces, en la confusión vacía de mis gavetas literarias, papeles escritos por mí hace diez años, hace quince años, hace quizá más años. Y muchos de ellos me parecen de un extraño; me desreconozco en ellos. Hubo quien los escribió, y fui yo. Los sentí yo, pero fue como en otra vida, de la que hubiese despertado como de un sueño ajeno.

Es frecuente que encuentre cosas escritas por mí cuando todavía era muy joven, fragmentos de los diecisiete años, fragmentos de los veinte años. Y algunos tienen un poder de expresión que no recuerdo poder haber tenido en aquel tiempo de mi vida. Hay en ciertas frases, en varios períodos, de cosas escritas a pocos pasos de mi adolescencia, que me parecen producto de tal cual soy ahora, educado por años y por cosas. Reconozco que no soy el mismo que era. Y, habiendo sentido que me encuentro hoy en un progreso grande de lo que he sido, pregunto dónde está el progreso si entonces era el mismo que soy ahora. Hay en esto un misterio que me desvirtúa y me oprime.

Hace unos días sufrí una impresión espantosa con un breve escrito de mi pasado. Recuerdo perfectamente que mi escrúpulo, por lo menos relativo, por el lenguaje data de hace pocos años. Encontré en una gaveta un escrito mío, mucho más antiguo, en que ese mismo escrúpulo estaba fuertemente acentuado. No me comprendí en el pasado positivamente. ¿Cómo he avanzado hacia lo que ya era? ¿Cómo me he conocido hoy lo que me desconocí ayer? Y todo se me confunde en un laberinto donde, conmigo, me extravío de mí.

Devaneo con el pensamiento, y estoy seguro de que esto que escribo ya lo he escrito. Lo recuerdo. Y pregunto al que en mí presume de ser si no habrá en el platonismo de las sensaciones otra anamnesis más inclinada, otro recuerdo de una vida anterior que apenas sea de esta vida…

Dios mío, Dios mío, ¿a quién asisto? ¿Cuántos soy? ¿Quién es yo? ¿Qué es este intervalo que hay entre mí y mí?

El libro del desasosiego, Fernando Pessoa

Retal de Cortázar

…cuando empecé a tocar de chico me di cuenta de que el tiempo cambiaba. Esto se lo conté una vez a Jim y me dijo que todo el mundo se siente lo mismo, y que cuando uno se abstrae…Dijo así, cuando uno se abstrae. Pero no, yo no me abstraigo cuando toco.  Solamente que cambio de lugar.  Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mi no vas a decirme que en este momento ese traje existe.

El Perseguidor, Julio Cortázar.

En la isla

Porque nunca se llega a una isla lejana, sin querer también dejarla. Desde la tierra firme, soñamos con partir, navegar más allá del horizonte, desembarcar donde no hay nadie y donde podemos reconstruir el mundo tal y como se nos antoje, rigiendo despóticamente nuestro pequeño universo. Pero, una vez en la isla, rodeados de frío, hambre, miedo, aburrimiento y desolación, lo único que queremos es salir de allí. Por eso cuando le preguntaron a Chesterton qué libro llevaría a una isla desierta, respondió: «un manual de construcción de barcos».

José de Segovia en El asombro del perdón acerca de
Donde viven los monstruos de Maurice Sendak 

Arte III

Necesidad y arte

“Cada obra de arte proviene de una necesidad interna del alma. La verdadera obra de arte nace del artista: una misteriosa, enigmática y mística creación. Se separa de él, adquiere vida propia, se transforma en una personalidad en sí misma; un sujeto independiente animado por un viento espiritual, el vivo fundamento de una verdadera existencia humana»
Kandinsky